Piden al Gobierno suprimir los copagos a personas con discapacidad

La Organización de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica reclamará al nuevo Gobierno la supresión del copago farmacéutico y en dependencia para personas con discapacidad.

Así lo ha anunciado hoy Daniel-Aníbal García Diego, secretario de Organización de Cocemfe, durante su intervención en Sevilla en el V Seminario Internacional sobre Discapacidad Militar de ACIME.

García Diego se queja de que “las Comunidades Autónomas, ante las dificultades presupuestarias y con el beneplácito del Gobierno, han incorporado el copago en dependencia para que los propios beneficiarios paguen por las prestaciones que reciben, es decir, pagan por sus derechos”.

Según el secretario de Organización de Cocemfe, “el copago en dependencia solo tiene afán recaudatorio, ha contribuido al empobrecimiento de las personas dependientes con una presión desproporcionada que penaliza a las personas con rentas medias-bajas, a quienes llega a expulsar del sistema o les deja con poco más de 100 euros al mes para gastos personales”.

“Cocemfe considera que no debería haber copago en dependencia porque ninguna persona debería pagar para recibir los servicios y apoyos que necesita para poder decidir qué vida quiere llevar. Es urgente reformar la Ley de Autonomía Personal y Dependencia para eliminar el copago y solo establecerlo, si fuera necesario, de forma excepcional para las personas con rentas muy altas”, ha reivindicado el secretario de Organización de la entidad.

Fuente: El Boletin. Diario de Actulidad y Finanzas desde 1992

Palabras de ida y vuelta

Pilar Galán Rodríguez
22/01/2015
Mi hijo aprende a hablar muy poco a poco, y el mundo se conforma en cuanto levanta su dedo índice y lo señala. Medita cada palabra durante lo que parece una eternidad, como si limara y eliminara sus aristas. Luego la devuelve pronunciada a su particular manera, envuelta en risa, orgulloso de la proeza colosal de la comunicación humana. Si está cansado, se limita a comprender, que no es poco, pero si quiere jugar, la casa entera se convierte en una granja donde la vaca repite una y otra vez la onomatopeya recién descubierta. Y el cerdo, la gallina, y el pollito, primeras gotas de una cascada interminable. Mi hijo aprende a su ritmo lento, sin prisa alguna, mientras mi madre olvida más rápidamente de lo que esperábamos. Existe un agujero negro, una sima que traga sus sílabas y lo que representan. Su mundo no se hace grande sino que mengua. Todo el esfuerzo interminable de la adquisición del lenguaje empieza a desmoronarse. Olvida palabras, a veces incluso la realidad que nombran. Deja, como mi hijo, su dedo índice a merced de la pregunta. Luego, desiste. Tranquila, le decimos, no tengas prisa, como si el mundo pudiera esperar para conformarse, para que ella supiera nombrar la raíz de su olvido. Sería reconfortante pensar, como los científicos, que la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma, y que las palabras que ella olvida, mi hijo las aprenderá, como un legado. Sería hermoso, pero no es cierto, y por tanto, no puede ser un consuelo. Solo me queda pulir, limar, acariciar, y sobre todo maravillarme cada vez que uno de los dos encuentra el camino, de ida o vuelta, en su búsqueda de la palabra.